En el siglo XX un conocido panadero del barrio de San Mateo comenzó a producir cemitas, las cuales acompañó con el té de toronjil. Se convirtió en una costumbre característica de Chilpancingo.
Se cuenta que quien no es nativo de la capital y prueba esta combinación, se queda a vivir aquí.
Se cuenta que quien no es nativo de la capital y prueba esta combinación, se queda a vivir aquí.
